lunes, 23 de enero de 2012

Joan manuel serrat - El niño yuntero




Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.

Nace, como la herramienta
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.


Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja y ya encallecida.

Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta,

Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra,
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.

Contar sus años no sabe
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.

Trabaja y mientras trabaja masculinamente serio,
se unge de lluvias y se alhaja de carne de cementerio.

A fuerza de golpes, fuerte, y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte despedaza un pan reñido.

Cada nuevo día es más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies la voz de la sepultura.
Y como raíz se hunde en la tierra lentamente,
para que la tierra inunde de paz y panes su frente.

Me duele este niño hambriento como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento revuelve mi alma de encina.

Me da su arado en el pecho, y su vida en la garganta
y sufro viendo el barbecho tan grande bajo su planta.

¿Quién salvará a ese chiquillo menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo verdugo de esta cadena?

Que salga del corazón de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son y han sido niños yunteros.

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