Metáfora para un momento perfecto
Llévame a tu círculo perfecto
Un útero
Una forma
Una razón
Libera esta voluntad
Para liberarnos
Debes cortar, limpiar
Recortar y servir esto
Residuo umbilical que
Me protege de matarte
Y al empujarte abajo conmigo aquí
Hasta puedo oir tu grito
Dame
Un momento más de paz medicada
Un momento más de paz medicada
Y no quiero sentir esta enorme
Hostilidad
Porque no quiero sentir esta enorme
Hostilidad
Debes cortar, limpiar
Recortar y servir esto
Residuo umbilical que
Debes cortar, limpiar
Recortar y servir esto
Residuo umbilical que
Me protege de matarte
Me protege de matarte
En la mitología griega Orestes fue el único hijo varón de Agamenón y Clitemnestra.
Según la historia homérica Orestes estaba ausente de Micenas cuando su padre volvió de la Guerra de Troya y fue asesinado por el amante de su esposa, Egisto. Ocho años después Orestes volvió de Atenas y vengó la muerte de su padre asesinando al amante de su madre. Según Píndaro, Orestes fue salvado por su niñera Arsínoe o su hermana Electra, que le sacó del país cuando Clitemnestra quería matarle. Huyó a Fanote en el monte Parnaso, donde el rey Estrofio se hizo cargo de él.

En las Euménides de Esquilo, tras la venganza Orestes enloquece y es perseguido por las Erinias, cuyo deber es castigar cualquier violación de los lazos de piedad familiar. Orestes se refugia en el templo de Delfos, pero, a pesar de que Apolo le había ordenado llevar a cabo su venganza, no es capaz de proteger a Orestes de sus consecuencias. Finalmente, Atenea le recibe en la acrópolis de Atenas y organiza un juicio formal del caso ante el Areópago, un tribunal formado por doce jueces áticos. Las Erinias exigen su víctima, Orestes alega las órdenes de Apolo, los votos de los jueces quedan divididos equitativamente y Atenea le declara inocente con su voto decisivo. Las Erinias son apaciguadas con un nuevo ritual en el que son adoradas como Euménides y Orestes dedica un altar a Atenea Areia.

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